Todo tiene su historia...incluso las
prendas de ropa.
En esta sección viajaremos en el
tiempo para hacer un repaso a la evolución de algunas de ellas.
¿Y qué mejor
que empezar con las medias?
Seguro que todas tenéis en el cajón
de distintos tipos y colores, pero…
¿Cómo eran antes? ¿Había tanta variedad?
¿Era algo exclusivo del género femenino?
Se sabe que hasta cierto momento,
las medias eran usadas tanto por hombres como por mujeres. La multitud de
retratos de reyes y nobles así nos lo atestiguan; sin embargo, en el caso de la
mujer es algo más complicado de demostrar visualmente, ya que siempre se las representa
con metros de tela cubriendo sus piernas, pero existir, existían.
Carlos V con un perro, Tiziano, 1533
Cuenta la leyenda que a Isabel la
Católica le llegaron unas calzas de seda bordadas, como regalo del embajador de
Francia. Habría que imaginarse el escándalo que eso podía suponer en aquella
época y la cara que pondría Su Católica Majestad.
Siglos más tarde, a Isabel II se le
ofrecieron unas calzas, a lo que el jefe de la Casa Real respondió: “¡Las
reinas no tienen piernas!”.
Demostrado queda que sí que las
tenían y que a algunas les gustaba mucho adornarlas, así pues Isabel I de
Inglaterra agradeció a Lady Montagu el regalo del primer par de medias
fabricadas en un telar, diciendo que le hubiera gustado usar siempre ese tipo
de medias: tubulares, muy adherentes y que tan bien moldeaban la pantorrilla.
Lady Montagu, Charles Jervas.
Después de 1716
Fue pasando el tiempo, mientras
medias y piernas seguían a cubierto de miradas indiscretas. ¡Hasta que llegó el
turbulento siglo XX!
La mujer empieza a dar sus primeros
pasos hacia nuevas metas y, con ella, su vestuario. Comienza a acortarse la
falda del vestido, dejando ver primero los tobillos, seguidos por las
pantorrillas, siendo visibles ya las medias. ¡Las mujeres quieren bañarse en el
mar! Pero eso sí, con medias.
Sello postal de principios del s. XX
Tras la I Guerra Mundial, la falda
sigue acortándose, llegando casi a la rodilla y empieza a extenderse la moda de
las mujeres delgadas. A pesar de ello, la media sigue su desarrollo, buscando
cualidades como la comodidad y el abrigo.
Con el crack del 29, todo se vino
abajo. Se dijo adiós a los felices años 20 y al comienzo de la transgresión en
la moda. Las piernas volvían a quedar cubiertas por las faldas, acorde con los
tiempos de crisis.
Con la II Guerra Mundial se corta el
suministro de seda japonesa, que hasta entonces se había utilizado para su
elaboración. En Europa, las piernas femeninas empiezan a destaparse hasta la
rodilla, algo que suscitó críticas como las del Papa hacia los “vestidos
exiguos que están hechos de tal modo que ponen de relieve lo que deberían
ocultar”.
Y como el hambre agudiza el ingenio,
había quien se pintaba las piernas de un tono ocre, imitando a la media.
Taller donde pintarse las piernas
(1940)
Pronto apareció el sustituto
perfecto de la seda, el hilo de nylon (1935). Invento del químico
estadounidense Wallace Carothers, al que definió como “una nueva seda hecha con
fibra sintética”. ¿Quién le iba a decir que revolucionaría la moda femenina
años después? Cuando en mayo de 1940 se pusieron a la venta las nuevas medias
de nylon en EE.UU, más de 4 millones de pares volaron en tan sólo 4 días. Eran
más resistentes y suaves que las anteriores.
La moda atravesó el charco con los
soldados estadounidenses, que impresionaban a las chicas europeas con medias de
nylon. Las nuevas medias se rompían menos, y si lo hacían, eran más barato
comprarse unas nuevas que dejarse la vista arreglándolas.
En 1950 aparecen las llamadas
“medias de cristal”, por su transparencia, que traen de nuevo a los púlpitos
poniendo el grito en el cielo. Seis años más tarde, nace la media sin costura
con buena acogida, son más prácticas, cómodas y, si se retuercen, al menos no
se nota tanto. A finales de la década llegan los leotardos, por el momento para
niño, pero que no tardarán en pasar al vestuario femenino.
Entrados en los 60, aparece la
minifalda con un éxito increíble. Las piernas y los muslos quedan al
descubierto. Se sustituye durante un tiempo por las bermudas y los hot pants
que requieren el uso, igual que aquellas, de medias hasta la cintura. ¡Llegó el
momento del panty elástico! A veces de color y con motivos.
A partir de los 70, empieza a
triunfar una prenda que había sido terreno masculino, casi en exclusividad, los
pantalones. Son tan cómodos y prácticos, no hay que preocuparse por carreras ni
por nada. ¡Todos beneficios! La venta de
medias cae, ante lo que los fabricantes se preocupan. Incluso los hombres
muestran su disconformidad. ¡Hay que volver a la falda!
En una encuesta realizada por la
revista Donna, ya en 1983, los hombres declaran que odian el panty: “Armadura
medieval, coraza antiestética, incomodísimo para cualquier incursión un poco
audaz”.
Es en los 80, cuando la media se
oscurece, tornándose negra, alcanzando un éxito sin parangón y que ha llegado
hasta nuestros días. ¿Y por qué el éxito del negro? Hay quien cree que es un
color que adelgaza, mientras otros piensan que ofrece seguridad a la mujer
porque se olvida de que sus piernas están descubiertas.
Personalmente, las medias me parecen
muy incómodas y ninguna de las mías se han librado del típico tirón hacia
arriba. Las que he tenido de cristal, no han llegado a sobrevivir ni tres
veces. Por otro lado, estéticamente, me parecen que estilizan la pierna y la
hacen muy bonita. ¿Qué opináis vosotras?
Fuentes: Wikipedia, Albaiges,
Historia de la Moda y los Tejidos, Vestuario Escénico
Publicado por Miriam
No hay comentarios:
Publicar un comentario